Un líder es alguien atractivo
El primer rasgo diferenciador que he podido detectar tras trabajar con líderes durante más de 25 años en distintos países del mundo es que todos ellos son atractivos. No atractivos en el sentido exclusivamente físico, sino que irradian una luz que atrae a los que están a su alrededor.
No obstante, recordemos que imagen e identidad son dos conceptos diferentes que se complementan. Identidad, según la Real Academia Española, es el “conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás”; mientras que imagen es el “conjunto de rasgos que caracterizan ante la sociedad a una persona o entidad”. De esta forma, se entiende la identidad como el ADN de cada persona, la esencia, los rasgos característicos que lo conforman de manera única, indivisible y reconocible. Por su parte, la imagen es lo que proyectan hacia el exterior.
Lo más importante, este primer paso tiene que ver con la siguiente paradoja: “Dios mira el interior. Las personas miran el exterior”. Más allá del concepto de divinidad, esta premisa trata la necesidad, por supuesto, de reconocer y trabajar el interior, pero también de mostrar al exterior las características que nos acercan a fungir como líderes. Esto guarda relación intrínseca con el concepto de imagen.
De esta forma, desde el marketing político, el estratega debe ayudar a que su candidato saque lo mejor hacia fuera, pero no se reduce sólo a la imagen. Tiene que ver tanto con la identidad como con la imagen de la persona. El consultor político debe ayudar a descubrir esa identidad a la que pertenecen. Ese interior que solo ellos pueden saber para luego impulsarles al exterior.
En la sociedad actual, los medios tradicionales y las redes sociales generan un nivel de exposición mayor, en el que cada usuario cuenta al mundo lo que está pasando en cualquier punto del planeta. En estas condiciones es imposible controlar al 100% la imagen. Esta se construye a pedazos, de cada uno de nosotros. Por ello, el consultor ha de ser consciente de que lo primero que genera una reacción es lo que se ve de la persona y, después, lo que se oye de ella. Si se pasa ese filtro, se estará dando un paso importante.
En poco tiempo una persona se crea una impresión de otra. Solo unos segundos bastan para configurar esa primera impresión que se vuelve duradera y que no se puede modificar con facilidad. Existen muy pocas probabilidades de transformarla en una segunda impresión diferente, más aún si hay que virar de una opinión mala a una positiva.
Cada sociedad tiene sus patrones, sus características para emerger con líderes que generan cierta corriente y cierto posicionamiento para ir a la cabeza. La cooperación, la belleza, pero también la inteligencia o el carácter son elementos fundamentales que forman parte de este primer paso para formar un líder: ser atractivo.
Es importante aclarar que no es necesario ser el más inteligente, o el que tenga más carácter. De hecho, existen, por ejemplo, rasgos negativos, distintivos del carácter, que a veces ayudan a ganar una elección. El consultor debe entender cuál es el carácter necesario para ganar esa elección y tener en cuenta el par de oposición, porque en una elección no participas solo.