El cuarto de guerra, corazón y cerebro de toda campaña
Decía Winston Churchil: “La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra solo se muere una vez”.
Y tenía razón.
Política y guerra comparten, además, la necesidad de que exista una estrategia definida. Asimismo, la terminología bélica se aplica de forma habitual a las campañas electorales. Es el caso del cuarto de guerra –en su versión anglosajona, war room- una herramienta que constituye el cuadro de mando.
¿Qué es el cuarto de guerra? Se trata de la sala situacional. En ella, se toman todas las decisiones ya sean de logística, financiación, análisis o implementación y se compone de un número reducido de personas que representan las principales áreas de trabajo de la campaña. En este sentido, se integrará por el mayor representante de los siguientes campos: gestión de información, análisis, operaciones, comunicación y marketing político, y gestión financiera. Todo ello, coordinado por un control de mando.

Su utilidad radica precisamente en ser la mesa donde se plantea diariamente (preferiblemente a primera hora para orientar las actividades del día) la coyuntura actual de la campaña, con informes ejecutivos sobre últimos acontecimientos y encuestas, y donde se establecen soluciones que cada uno de los integrantes ha de bajar a tierra. Para un óptimo funcionamiento, es imprescindible que existan protocolos y que su ejercicio fortalezca a los equipos que ejecutan las decisiones.
Por ello, siempre manteniéndose fiel y disciplinado con la estrategia y adaptándose al ritmo de la campaña, el cuarto de guerra se encargará de traducir la información en acciones definidas que contribuyan a la ejecución estratégica.

Asimismo, desempeña un rol fundamental para monitorear los movimientos de los aliados y de los contrarios, así como a la hora de responder a los ataques.
Es, en su seno, donde se diseñarán las acciones de “contraste”, donde se dirigirán las acciones de comunicación y marketing político, así como donde se establecerá la estrategia de lobying. En él, se revisa, también, la agenda del candidato, verificando la planeación de cada evento al que asista, su discurso, logística, etc. Por su puesto, el cuarto de guerra es también el que gestiona los recursos económicos y financieros, y el que se ocupa del día “D”.

Su funcionamiento, como señalábamos, radica en la toma de decisiones que se traducen en tareas, siempre asignadas a un responsable y con una fecha límite para el cumplimiento.
No obstante, el papel del cuarto de guerra cobra aún más importancia en la gestión de crisis, que siempre llegan a todas las campañas y que hay que afrontar desde dos líneas de acción diferentes. Una, enfocada a encarar las distintas situaciones que se pueden presentar en una elección, y la segunda, encargada de modificar las variables que ocasionaron dicha circunstancia, introduciendo el concepto de anticipación.
En definitiva, el cuarto de guerra es, en parte, cerebro y, en parte, corazón de la campaña.